30 sept 2012

TODAS LAS MENTIRAS TIENEN PATAS CORTAS...


Una gran mentira es como un gran pez en tierra; podrá agitarse y dar violentos coletazos, pero no llegará nunca a hacernos daño, no tenemos más que conservar la calma y acabará por morirse.


En los últimos tiempos, las mentiras han invadido por completo nuestra vida pública y, por qué no, la privada también. Mentimos por conveniencia, por ejemplo cuando nos agregamos o quitamos edad para tener acceso a determinados lugares; también mentimos por cortesía, como cuando alguien se realiza un corte de pelo y nos pide una opinión y para que no se sienta mal le decimos que le queda bien; llegamos a mentir por vergüenza o miedo a no ser aceptados en ciertos ámbitos, y hasta sólo por diversión, porque quién no se divirtió haciéndole creer alguna mentira a un amigo y mientras éste caía inocentemente nosotros estallábamos de risa. Es así, mentimos porque en el fondo nos gusta, y lo hacemos rutinariamente sin problemas ni culpas porque la mentira está socialmente aceptada. Hasta en los medios públicos y masivos: sabemos que escuchamos mentiras en los discursos políticos y leemos mentiras en los diarios y revistas. Lo más grave es que terminamos por mentirnos a nosotros mismos. La pregunta es: ¿cuánto tiempo puede sostenerse una farsa?

La mentira, como todo, tiene fecha de caducidad. Así es, la mentira tiene “patas cortas” y no llega muy lejos, ya que para poder sostenerla uno tiene que poseer muy buena memoria y alterar los hechos porque, como bien sabemos, los hechos hablan por sí solos y terminan por aniquilar las mentiritas que formulamos con toda intención. Y eso sí se convierte en un verdadero caos, no hay nada más incómodo y embarazoso para el mentiroso que la verdad develada. Aquí toma sentido lo que desde chiquitos ante una travesura tramposa nos decían nuestros padres y abuelos: “el que miente nunca llega a buen puerto”. Y esto es cierto porque, una vez descubierta su mentira, al embustero sólo le queda seguir falseando la verdad para defenderse, cuando en realidad una vez “desenmascarado” ya es demasiado tarde para salvar su reputación, la cual queda manchada por ser un mentiroso.

Por último y haciendo referencia al proverbio del epígrafe, tengamos en cuenta que mentir puede sacarnos de un apuro, ayudarnos a conseguir algo que deseamos, dejar contenta a otra persona y hasta convertirnos en quienes no somos y nos gustaría ser, pero tampoco nos olvidemos que “más rápido se atrapa al mentiroso que al cojo” y que la mentira no dura por siempre ni aunque juremos llevárnosla a la tumba; porque todo, en algún momento, sale a la luz y el barquito de carga de mentiras termina por hundirse, hundiéndonos a nosotros mismos.

2 comentarios:

  1. La gente ya no es tonta uno escucha, mira lo sabe espera a ver hast cuando llegara sus mentiras i es mas esa clase de persons desarrolla esto una pena muy grande mentir i seguir con esto....

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